Cuando llegué allí no me imaginaba la travesía tan dura que tenía que pasar para poder admirar la belleza del lugar.
Caminando unos
Aún no sé ni como no me caí, ni me resbalé ni nada. No podía dejar de subir, recorrer casi 12 horas de viaje y quedarme abajo e ir directamente a las pozas, es algo que me arrepentiría toda la vida. Así que, decidida emprendí rumbo a la cima, esos sí, siempre con la ayuda incondicional de mis compañeros de viaje. La primera en llegar fue mi compañera que recibió al lugar con un estruendo grito. Yo aún, un poco rezagada no entendía muy bien, pero cuando por fin pude admirar aquello, lo comprendí a la perfección.
Demasiadas piscinas naturales como para poder contarlas, pequeñas cascadas, una azul turquesa indescribible, las montañas en el que se esconde, la neblina un poco baja y los rayos del sol, hacen de Semuc Champey, sin duda alguna; “ El lugar más bello de Guatemala”.